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Si quieres hacerte libre tienes que aprender esta lección de los elefantes

Al observar a los elefantes en cautiverio, se advierte una constante: son animales que estando privados de su libertad no se reproducen. Otro dato: Sin libertad, ellos parecen ser los animales más tristes.

Señores, los seres humanos somos muy parecidos. Sin libertad, vamos muriendo lentamente. Pero a diferencia de los elefantes, usted no necesita que lo liberen: USTED MISMO SE TIENE QUE LIBERAR.

Un escritor decía que “hay personas que mueren a los 21 pero son enterrados a los 70.” Es decir, el escritor decía que hay personas que pasan 49 o 50 años, sin pena ni gloria; como jornaleros sin horizonte. Pagando aquí, comprando allá. Apagando sus incendios y nunca construyendo su paraíso.

¿Qué se necesita para que un ser humano levante la cabeza?
¿Qué se necesita para que un ser humano se rebele ante la miseria?
¿Qué se necesita para que un ser humano jamás se vea en la necesidad de vender su libertad a cambio de unas pesetas?

Lo que se necesita es DECISIÓN. La libertad – como decía Covey – es una ELECCIÓN. Usted debe elegir ser libre.

No importa cuánto dinero este ganando,
No importa cuál sea el trabajo que realiza,
No importa por qué razones está donde está,
No importa las pocas habilidades que ahora tenga,
Lo único que interesa es que quiera salir de allí.
Lo único que interesa es que quiera dar paso hacia arriba y tome esa decisión.

El dinero es lo de menos. En este juego es lo último. Lo primero es recobrar la fuerza de espíritu, la fe en uno mismo, la dignidad personal y la creencia de que podemos triunfar, podemos ganar, podemos vivir mejor.

Un ejemplo:

Había un chico que a la edad de doce años ayudaba a su papá en la fabricación de velas y jabones. Este chico tenía 16 hermanos. Es decir, era integrante de una familia numerosa y humilde. El dinero nunca alcanzaba. Algunos de los hermanos enfermaron, otros se casaban y así la pobreza se iba extendiendo poco a poco.

Cansado de eso, el muchacho consigue trabajo como ayudante de una imprenta. Le hacían trabajar 13 o 14 horas diarias por un pago poco decente para su esfuerzo. Pero el chico quería salir adelante, quería emprender una nueva vida. Así que siendo ambicioso, tomó la decisión de construir futuro.

Su tiempo libre, lo dedicaba a la lectura. El poco dinero que ganaba tenía tres destinos, en éste orden:
una parte para ayudar a la familia,
otra parte para mantenerse,
y otra parte para el ahorro.
Cero diversiones, cero gastos innecesarios.

Señores, esa es la persona que quiere triunfar, que no le interesa el placer momentáneo sino el futuro ganador.

Y entonces el chico iba escalando y escalando. Debido a su buen desempeño, conseguía mejores trabajos. Hasta antes de los 24 años migró a otras ciudades en busca de oportunidades, pero no siempre tuvo éxito.
Lo importante es que el chico permanecía hambriento. El no se quedó a llorar y se resignó porque ese era su destino. No, nada de eso.

A la edad de 24 años, luego de reunir un capital, abre su primer negocio y entonces empieza el giro de su vida.

Señores, lo demás es historia. Ese chico es Benjamín Franklin, el empresario, hombre de ciencia y gran filósofo de américa.

Nació en una familia de 17 hermanos. Origen humilde. Ayudante de una imprenta, trabajador de librería, un muchacho por el que nadie daba un centavo. Años trabajando, pero con un sueño en la cabeza.

Uno puede tener raíces pobres, pero no tiene que tener sueños de pobre. Usted debe aspirar a más.

¿Le están pagando poco?  Usted puede ganar más.
¿Siente que ha nacido en la pobreza? Puede elegir vivir en la riqueza.

En este camino, en este proceso,
está permitido perder dinero,
está permitido dejar pasar algunas oportunidades,
está permitido ganar experiencia con errores,
pero no está permitido PERDER TIEMPO.

No se haga viejo haciendo ricos a otros. Viva su vida ahora.

No toleremos un sueldo miserable pensando que nos lo van a subir. Mejor hagamos nuestra propia ganancia.
No esperamos a que “el jefe” esté de buen humor, mejor seamos nuestro propio jefe.
Dejemos de trabajar para esperar al fin de mes, y empecemos a construir para esperar a nuestro próximo cliente.

Señores, el futuro empieza ahora; no mañana. No confiemos en la suerte, confiemos en nuestra capacidad. ¿Pasaremos días de hambre?  Pues los pasaremos. ¿Iremos solos?  ¡Pues iremos solos!

¡Siempre de pie, nunca agachados!

 

 

 

fuente latinmoney.net

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