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“El Rey” Zambada, apabullado por la defensa del “Chapo”

La segunda semana del juicio al Chapo siguió siendo un show. Pero ahora, la figura estrella de la fiscalía, El Rey Zambada –quien debía retratar al acusado como un jefe indiscutible y asesino desalmado y que repartió acusaciones de corrupción a personajes de los gobiernos federal y capitalino, como Genaro García Luna y Gabriel Regino–, fue apabullada por la defensa de Guzmán.

NUEVA YORK (Proceso).- Escoltado por los dos alguaciles federales que nunca le quitan la vista de encima, Joaquín El Chapo Guzmán estaba tranquilo y sonriente al ingresar a la sala del juez Brian Cogan. Sabía que sus abogados tenían un as bajo la manga.

La segunda semana de audiencias de su juicio en la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn prometía declaraciones escandalosas sobre la narcocorrupción gubernamental, militar y policial en México. Jesús Zambada García, El Rey, exsocio del Chapo en el Cártel de Sinaloa, era el “testigo” estelar del gobierno de Estados Unidos en la cuarta y quinta audiencias.

El Rey prometía mucho para incriminar al Chapo. La semana anterior el “contador” del Cártel de Sinaloa había detallado las operaciones de trasiego de drogas, lavado de dinero, complots de asesinatos y corrupción de la organización criminal a la que perteneció hasta 2008.

El lunes 19 Guzmán vestía un traje gris, camisa malva, corbata guinda y zapatos cafés. Su esposa, Emma Coronel, llevaba pantalón negro de mezclilla, blusa blanca, saco negro y zapatos negros de tacón de aguja. Como en las audiencias anteriores, intercambió miradas y gestos de ternura con su marido.

Gina Parlovecchio, una de las fiscales del equipo del Departamento de Justicia, el que acusa al Chapo de narcotráfico y lavado de dinero, estaba entusiasmada por las respuestas que recibía del Rey Zambada.

“En una ocasión, a principios de 2002, visité ‘al compa’ Chapo en la sierra; estaba (en la ranchería) Las Coloradas rodeado de unos 20 o 30 pistoleros”, comenzó El Rey, en referencia al tiempo posterior a la fuga de su exsocio del penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco.

Con las respuestas ensayadas con Parlovecchio, El Rey, hermano menor de Ismael El Mayo Zambada, pintaba un cuadro de criminalidad, corrupción e impunidad en la vida de Guzmán.

“En una ocasión, cuando yo vivía en la Ciudad de México (plaza bajo su control) me fue a ver un teniente coronel que trabajaba para la organización (el Cártel de Sinaloa); me dijo que iban a capturar a Chapo, que lo tenían rodeado (los militares en la sierra) y que ya estaban muy cerca de él”, relataba Zambada bajo la atenta, fría e inquisidora mirada de Guzmán Loera.

El Rey afirmó que le preguntó al militar qué se podía hacer para evitar la captura y que presuntamente éste le dijo que el capitán a cargo de la operación quería 250 mil dólares. Zambada agregó de inmediato que se comunicó con su hermano y “en unos 15 minutos resolvió el problema”.

El exintegrante del Cártel de Sinaloa y testigo del gobierno de Estados Unidos dio detalles de otros viajes que hizo para ver al Chapo. Concretamente describía ante el jurado neoyorquino a Guzmán Loera como un narcotraficante y calculador asesino a sangre fría.

El delincuente, de 54 años, licenciado en contabilidad, contó que hacia 2003 El Chapo, en alianza con Nacho Coronel, decidió llevar a cabo un plan “para matar” a José Luis Santiago Vasconcelos, cabeza de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO, actual SEIDO), quien –según los miembros del Cártel de Sinaloa– era incorruptible.

El revés

El Rey se mostraba muy seguro al responder a la fiscal Parlovecchio. Todo cambió cuando fue el turno de la defensa del Chapo de hacer las preguntas. William Purpura, uno de los tres abogados de Guzmán, soltó los misiles.

Con sus preguntas, y en menos de dos horas y media, Purpura puso al Rey Zambada entre la espada y la pared y desmoronó astutamente las acusaciones contra Guzmán.

–Entre los años 2004 y 2008 usted habló de que tenía sus propios clientes en la Ciudad de México y que su “compadre” Joaquín El Chapo Guzmán le compraba a usted mercancía, ¿cierto? –preguntó Purpura.

–Así es –respondió El Rey.

–Si era usted proveedor del Chapo Guzmán, ¿no tendría que estar usted por encima de él (en el escalafón de mando) en el Cártel de Sinaloa? –continuó el abogado, quien exhibió el organigrama con las fotografías de los capos de la organización criminal que la misma fiscalía había colocado en un atril. Zambada, ante la obviedad de la conclusión, optó por el silencio.

–¿Cómo se ve usted ahí? ¿Bien? –machacó Purpura con sorna y colocó la foto del Rey sobre la del Chapo.

–Yo estoy abajo de él en el aspecto de líder –se defendió El Rey, entre risas de algunos de los presentes en la sala y la cara de alegría que mostraba el Chapo, sentado entre sus otros dos abogados, Eduardo Balarezo y Jeffrey Lichtman.

En la gráfica con fotografías armada por la fiscal Parlovecchio –quien durante dos días y medio, en tres audiencias, había cuestionado al Rey sobre la cúpula de mando en el Cártel de Sinaloa entre 2004 y 2008–, la pirámide de mando mostrada al jurado la componían Juan José Esparragoza, El Azul; El Mayo Zambada; El Chapo Guzmán y Nacho Coronel como líderes, y Jesús Vicente Zambada Niebla, Vicentillo, y El Rey, como sublíderes.

El Rey contó ante los miembros del jurado que, como proveedor e importador de cocaína colombiana, El Chapo Guzmán era su cliente para enviar mercancía de la Ciudad de México a Nueva York: “Me compró como 13 toneladas de cocaína entre 2004 y 2008, a 13 mil dólares el kilo”,
aseguró.

También acusó al Chapo de ser el autor intelectual de asesinatos de narcotraficantes y policías; entre ellos el de Rodolfo Carrillo Fuentes, hermano de Amado y Vicente, líderes del Cártel de Juárez; el de Ramón Arellano Félix, del Cártel de Tijuana; el del gatillero y lugarteniente de éstos, Juan Pablo Ledezma, El JL, y los de varios comandantes de la SIEDO.

Antes de que lo interrogara Purpura, Zambada –sonriente y tranquilo– explicó con lujo de detalles que él y su hermano, El Mayo, ayudaron a Guzmán Loera a salir de Jalisco en un helicóptero para irse a un rancho en Villa del Carbón, Estado de México, tras su fuga de Puente Grande el 19 de enero de 2001.

En una audiencia previa –el martes 13, cuando arrancó el juicio–, Lichtman había advertido que usarían las mismas armas del Departamento de Justicia para demostrar que las acusaciones contra su cliente eran inventos y parte del mito que la DEA hizo del narcotraficante sinaloense.

Con soltura, Purpura confirmó lo que adelantó su colega en la defensa del Chapo. En el careo con El Rey, el defensor expuso al testigo estrella del Departamento de Justicia como un mentiroso, usando la transcripción de las declaraciones que hizo El Rey en 2014, 2015 y 2018 a los fiscales, luego de haber sido extraditado a Estados Unidos (en abril de 2012), cuando decidió cooperar con la DEA y el FBI para incriminar al Chapo.

Por ejemplo, Purpura le dijo al Rey que, en su declaración ante los fiscales, se le olvidó contar “un pequeño detalle sobre la fuga del Chapo”; se refería al helicóptero, del cual él presuntamente se encargó de conseguir las coordenadas de vuelo.

“El helicóptero existió… tal vez se me olvidó mencionarlo”, se defendió, nervioso, El Rey Zambada.

Los mismo hizo Purpura con el caso de los asesinatos de Rodolfo Carrillo Fuentes, de Julio Beltrán, de Ramón Arellano y de por lo menos tres policías federales. “Usted nunca mencionó a su ‘compadre’ El Chapo Guzmán en los complots para llevar a cabo esos asesinatos”, indicó.

Sorpresas

La cuarta audiencia de su juicio fue una aparente victoria para Guzmán quien, cuando el juez determinó el receso para el almuerzo, aprovechó para juntar los labios y lanzarle un beso a su joven esposa, que le respondió de la misma forma.

Al concluir esa jornada de interrogatorios al Rey Zambada, muy contento El Chapo volteó en dirección a Emma y levantó el pulgar derecho en señal de triunfo; sabía que la quinta audiencia deparaba sorpresas escandalosas para el sistema político mexicano.

Y así fue. El martes 20 El Rey Zambada soltó la bomba. Afirmó que entre 2005 y 2007 Genero García Luna, secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón, recibió en sobornos del Cártel de Sinaloa y del de los hermanos Beltrán Leyva unos 56 millones de dólares.

En respuesta a preguntas específicas de Purpura –que mostraban mucho de lo que Guzmán posiblemente reveló a sus abogados sobre el historial criminal del hermano menor del Mayo–, El Rey agregó que otro sobornado en 2005 fue un funcionario del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.

–Hablemos de corrupción –comenzó el abogado–. ¿Su hermano Mayo Zambada tenía un interés particular en García Luna?

–Correcto.

–¿Entre los años 2005 y 2006, usted y su hermano Mayo se reunieron con García Luna en un restaurante?

–No recuerdo ahora –reviró El Rey.

Para “refrescarle la memoria” el abogado recurrió, como ya lo había hecho en la sesión anterior, a las declaraciones que hizo El Rey en 2012 ante fiscales del Departamento de Justicia y agentes de la DEA.

“Perdón, perdón señor”, corrigió El Rey luego de que la traductora le leyera el documento que contiene su testimonio. “Yo no dije que mi hermano Mayo se reunió con García Luna; dije que nos reunimos con él yo y el abogado de mi hermano, Óscar Paredes”, aclaró.

–¿La reunión con García Luna fue en un restaurante? –volvió a cuestionar el abogado de Guzmán.

–Así es.

–¿Le entregó a García Luna un portafolios con tres millones de dólares?

–Correcto.

El abogado de Guzmán Loera enseguida preguntó sobre el propósito del soborno millonario a quien fuera también titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) en el sexenio de Vicente Fox.

El Rey respondió que su hermano quería que García Luna asignara como jefe de la AFI en Culiacán a un comandante de apellido Vigueres.

–¿Su hermano Mayo tenía en el bolsillo a Vigueres? –repreguntó Purpura.

–Correcto.

–¿Hubo una segunda reunión con García Luna cuando ya era secretario de Seguridad Pública?

–Correcto.

–En un portafolios usted le entregó de tres a cinco millones de dólares, ¿correcto?

–Sí, había dinero.

–El dinero que le entregó en 2007 era de parte de su hermano Mayo, ¿correcto?

–Correcto.

El abogado quiso saber el motivo del presunto segundo pago millonario a García Luna. Zambada explicó que ese soborno era para garantizar que a su hermano se le permitiría con toda tranquilidad manejar el negocio del trasiego de narcóticos y evitar que lo arrestaran.

Los supuestos conocimientos sobre corrupción de García Luna por narcotráfico no pararon ahí. Purpura tenía muchas preguntas y no las desaprovecharía ante un testigo del gobierno de Estados Unidos claramente acorralado y nervioso.

El abogado del Chapo se dirigió al Rey para que dijera si estaba enterado de que García Luna tenía “compromisos” con Arturo Beltrán Leyva, líder del grupo de Los Beltrán Leyva con el que el Cártel de Sinaloa libraba en esos momentos una guerra a muerte. Zambada aseguró que estaba enterado de esos compromisos.

Purpura formuló una pregunta sobre un hecho presuntamente ocurrido en 2006 o a principios de 2007, cuando los hermanos Arturo y Héctor Beltrán Leyva, así como Édgar Valdés Villareal, La Barbie, y Gerardo Álvarez Vázquez, El Indio, juntaron 50 millones de dólares para dárselos a García Luna y con ello garantizar la protección al grupo delictivo.

“Eso se decía”, dijo El Rey.

–Vamos a 2005… ¿Quién es Regino? –y Purpura deletreó el nombre.

–Era secretario de Gobierno.

–¿Secretario de Gobierno cuando Andrés (Manuel) López Obrador era el jefe de Gobierno de la Ciudad de México?

–Así es.

–¿Cuánto dinero le dio a Regino en 2005?

–No estoy seguro, pero fueron algunos millones de dólares.

El funcionario del gobierno de López Obrador supuestamente pidió el dinero porque le iba a garantizar protección al Cártel de Sinaloa y como adelanto a favores posteriores, porque, dijo Zambada, les garantizó que eventualmente sería secretario de Seguridad Pública. En 2005 Gabriel Regino estaba a cargo de la Dirección de Asuntos Internos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.

Antes de que los alguaciles retiraran al Chapo de la sala, éste buscó nuevamente con la mirada a Emma, le sonrió y otra vez en señal de victoria levantó el pulgar derecho.

 

Fuente proceso.com.mx

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