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Derechos LBTTTIQA, una primera transformación

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A lo largo de los años, la posición de Andrés Manuel López Obrador respecto a derechos como los que se han negado a las parejas de un mismo sexo –entre otros que polarizan a los grupos progresistas respecto de la más alucinante agenda de los grupos conservadores, mayoritariamente cercanos a las iglesias católica o evangélica protestante–, fue ambigua.

En alguna ocasión, muy temprano en el pasado proceso electoral, lo dijo con franqueza: no quería abordar asuntos que resultaran motivo de encono. Estaba en campaña y aunque después, tras los reclamos por la alianza con el PES, prometió que se respetarían los derechos de la población LGBTTTIQA, lo cierto es que sus mensajes con un alto contenido cristiano generaban una cierta confusión.

Hugo Eric Flores Cervantes, doctor en derecho, evangélico activo, con mucha influencia en un sector del cristianismo protestante en México, es fundador y dirigente del PES, cuya estructura se articuló en buena medida con diáconos y ministros, miembros de una congregación u otra, en cada entidad de la República.

Acotación necesaria: en la tradición laica que el nacionalismo revolucionario impuso, conocimos la historia con invocaciones como la separación Iglesia-Estado proveniente de la Reforma, sin saber que la misma Reforma y Juárez son referencia también del protestantismo ilustrado, porque normalizó la libertad de culto. De hecho, Flores Cervantes tiene en su avatar de WhatsApp un retrato de don Benito.

No obstante, las libertades reivindicadas por el PES no abarcaban hasta la última generación de derechos fundamentales y, por el contrario, sus iniciativas –coincidentes con la agenda católica más recalcitrante—se enfocaban en mantener y fomentar la minusvalía de derechos como el libre desarrollo de la personalidad, restricciones a los contenidos educativos en cuanto a identidad sexual y de género, entre otros.

Saber hasta donde estaba dispuesto a ceder López Obrador al PES, entender su propia posición y con él, la de Morena, era una incógnita. En el lopezobradorismo ilustrado, la voz de personalidades como Elena Poniatowska, recriminaron la alianza en diciembre pasado y la diversidad morenista exigió definiciones. El hoy presidente electo prometió respetar derechos.

Luego vino la adopción, como aliados y como candidatos, de expanistas con perfil ultraconservador, entre estos, el yunquista Manuel Espino, lo que auguraba nada bueno para los derechos fundamentales relativos a la población LGBTTTIQA.

La campaña siguió su curso, vino el triunfo y una vorágine de planteamientos, algunos definitivamente polémicos, que dejaron fuera de foco la construcción de condiciones igualitarias para sectores desde siempre vulnerables y vulnerados, cuya legítima e indispensable promoción de derechos fue usada, por ejemplo, en el peñismo, para puro pinkwashing, esa estrategia empleada por gobiernos violadores de derechos humanos para lucir bien ante la comunidad internacional.

La vida política está cambiando, de eso ni duda cabe y en este caso, para bien: un expanista hoy en Morena, Germán Martínez Cázares, fue quien propuso la iniciativa en el Senado para avanzar en un tema tan básico y tan largamente pospuesto como lo es el de la seguridad social para parejas de un mismo sexo.

No lo hizo en coyuntura ventajosa sino quizás como su único legado legislativo, antes de ir a hacerse cargo, precisamente, del IMSS. Y lo consiguió con unanimidad, incluidos el voto del PES y del PAN.

Retomo una de sus expresiones, porque me parece que, en lo hecho, hay una realización de entre las muchas esperanzas y anhelos, que ojalá siga orientando la enorme agenda de derechos igualitarios pendientes:

“México camina a ser un país más decente, y la decencia no es caminar por la vida por los senderos de nuestros prejuicios, sino caminar por la vida sin humillar a nadie”.

 

Fuente proceso.com.mx

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