Hay algo de virtuoso contrasentido en la vida de la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg convertida de repente en ídolo de consumo en red, en mercancía pop, en luz y guía de millennials. Probablemente, la alegría cómplice con la que ella misma acepta, a sus 85 años, verse convertida en superheroína tenga mucho de la feliz paradoja que siempre rodea a la figura propia del héroe. Al fin y al cabo, como se empeñó en demostrar Borges en Tema del traidor y el héroe, quizá detrás…
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