“La historia se acelera. Nosotros también debemos acelerar”, dijo hace 30 años el francés Jacques Delors. El entonces presidente de la Comisión Europea llamaba en su discurso a construir una política exterior común para hacer frente a las turbulencias por venir. Esa retórica de la incertidumbre ha resistido el paso del tiempo, pero ya no son la caída del Muro de Berlín ni la desintegración soviética los pedales que imprimen velocidad a la biografía continental, sino la cohabitación con las superpotencias y la colisión en asuntos como el comercio, la…
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