NUEVA YORK (apro).- Para cuando el avión de la policía mexicana comenzó a aterrizar en Long Island, Joaquín Guzmán Loera aún no tenía idea de dónde estaba. Horas antes lo habían sacado de una prisión en Ciudad Juárez y después lo habían subido a la aeronave. Al observar el destello de un aeropuerto por su ventana, Guzmán Loera —encadenado, esposado y vigilado de dos agentes estadunidenses— preguntó ansioso adónde lo llevaban, según una persona que fue informada sobre el trayecto. Uno de los estadunidenses le respondió: “Bienvenido a New York”.…
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