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Notre Dame y la conservación de nuestro patrimonio cultural

París.- Ardió la catedral de Notre Dame. La aguja de 90 metros cayendo desde lo alto quedará en muchas retinas mientras más de 400 bomberos luchan para apagar un fuego abrasador con el cual se evaporaron más de 800 años de historia francesa, testigo de hechos como las conspiraciones palaciegas, la Revolución Francesa, la coronación de Napoleón, la II Guerra Mundial con la ocupación nazi, el Mayo del 68 o las actuales luchas de Indignados y “Chalecos Amarillos” contra las injusticias sociales.

Un símbolo del patrimonio cultural mundial en general y europeo occidental en particular (creencias religiosas aparte). Se ha responsabilizado de la catástrofe a obras de mantenimiento (al margen teorías conspiranoicas de atentados o profecías religiosas más cercanas al ocultismo que a la razón), pero esto señala más la dejación y abandono de patrimonios culturales nacionales por sucesivos gobiernos del mundo más preocupados por el dinero y la codicia.

A menudo se critica la destrucción de patrimonios culturales en los países comunistas (cierta en algunos lugares pero no en tantos otros donde persisten iglesias, barrios clásicos y construcciones inspiradas en su mayoría de estilo colonial o grecorromanos en países como Cuba, Rusia o la antigua Alemania oriental comunista), mientras se calla la destrucción del patrimonio cultural a manos de la vorágine especuladora del capitalismo, mucho más destructiva (por ejemplo en España desde finales de los años 70 hasta hoy).

Y es que también es importante la conservación de nuestro patrimonio cultural (dicho de paso, establecida en el artículo 46 de la Constitución). Ya para conocer y recordar de dónde venimos y hacia dónde vamos, pero mirando en todas direcciones para saber dónde estamos. Que ni las llamas ni la sinrazón apaguen los recuerdos. En este caso la gran catedral de Notre Dame.

 

 

Fuente: elperiódico.com