En esa cadena de errores que la Procuraduría presumió como “la verdad histórica” sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el pasado 12 de marzo policías federales detuvieron con exagerada violencia a Erick Sandoval como corresponsable de esos hechos. Buscaban a una persona apodada La Rana, de quien tenían un retrato hablado. Ni el nombre ni el físico de Erick coincidían con los del sospechoso, pero la PGR intentó sacarle al profesor de educación física el paradero de los estudiantes. Sólo una investigación de la CNDH, que la PGR ignoró, acabó por sacarlo de la prisión, cuando ya toda su familia está endeudada y con secuelas psicológicas. Pero hasta ahora la dependencia se niega a reconocer su gravísimo error.
Con 11 kilos menos de los que tenía hace siete meses, Erick Sandoval Rodríguez, conocido en los pueblos de Cocula como La Rana, recorre sonriente y seguro las calles de su pueblo.
Vecinos de Apipilulco, un poblado de menos de 2 mil 500 habitantes ubicado a unos cinco kilómetros de la cabecera municipal, saludan a Erick como si fuera una celebridad y lo felicitan por su reciente liberación del Cefereso 14 de Gómez Palacio, Durango.
Libre “bajo las reservas de ley” desde el lunes 22, habla conmovido tres días después:
“Llegamos el mero cumpleaños de mi hijo. Mi esposa le había dicho que se fuera a la escuela, que no íbamos a llegar a tiempo, pero el miércoles llegamos a las 10:30 y lo primero que hicimos fue ir por él a la secundaria. Cuando nos vimos lloré; él se hizo fuerte porque estaba delante de sus compañeros, pero decía: ‘Ya llegó mi regalo’. Después nos fuimos por la niña, ella no dudó en llorar conmigo. Hasta el maestro lloró con nosotros”.
Por su pérdida de peso y su cabeza rapada –como es obligatorio en el penal– Erick dista mucho de la imagen de un hombre robusto y de melena negra que difundió la Procuraduría General de la República (PGR), aunque le cubrieron los ojos con una franja para “resguardar” su identidad. “Cuando me ingresaron al penal pesaba 76 kilos, el jueves (18 de octubre) pesaba 64 y medio”, cuenta.
Sandoval Rodríguez y su familia reciben a los reporteros el jueves 25 en su hogar, de donde fue sacado con violencia la madrugada del 12 de marzo pasado por decenas de policías federales que viajaban en seis camionetas.
Profesor de educación física, Sandoval fue detenido ilegalmente porque le decían La Rana, igual que a otra persona –de físico muy distinto al suyo– señalada de haber participado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, de acuerdo con la “verdad histórica” de la PGR.
Relata la pesadilla que pasó al vivir a salto de mata con su familia durante dos años y medio antes de ser arrestado, tras enterarse de que la PGR había incluido su apodo y su nombre en una lista de presuntos responsables de la desaparición de los normalistas y por quien ofrecía 1.5 millones de pesos.
Asustado, Sandoval consultó con varios abogados que le recomendaron esconderse porque, aun siendo ajeno a los hechos, dice, “el gobierno me iba a hacer pagar… Yo quería limpiar mi nombre, hasta quería ir a alguna televisora para aclarar que yo no era la persona que buscaban, pero los abogados decían que la televisora me iba a entregar”.
En la sala de su casa, adornada con fotografías de su boda con Wendoline del Ángel Bahena, y de sus hijos cuando eran pequeños, Erick se fue de Cocula, donde es bien conocido, por temor a que la recompensa ofrecida por la PGR despertara la codicia.
Dejó su puesto de “activador físico” en la Secretaría de Salud del municipio y durante el primer año llevó a su familia de un domicilio a otro, con amigos y parientes que confiaban en su inocencia.
Después de ese año se fueron a vivir a Morelos, ante la desesperación de Erick por trabajar, pero las dificultades obligaron a la familia a regresar a su pueblo, donde la precariedad se impuso:
“Para sobrevivir vendíamos hot cakes y gelatinas; no nos alcanzaba para el gas y mi suegro iba a traer leña; cocinábamos en un fogón. Me puse a hacer piñatas para vender; mi esposa hacía gelatinas y las ofrecía para cumpleaños. A veces no teníamos ni para las tortillas o un refresco, compramos un litro de leche y dos panes para los niños, y nosotros cafecito… Eso hizo a los niños muy fuertes y firmes los dos”, dice con la voz entrecortada.
Meses después de su regreso a Apipilulco, el 8 de octubre, la policía entró en la casa de Froylán Sandoval, padre de Erick, en el vecino pueblo de Atlixtac. El señor Sandoval, por consejo de su amigo de la infancia Francisco Castañeda Espinosa, acudió a la PGR para tratar de demostrar que se había equivocado al señalar a su hijo.
El intento fue inútil. La madrugada del 12 de marzo de 2018 decenas de agentes de la Policía Federal irrumpieron en el domicilio de Erick.
Fuente proceso.com.mx