Si hay una palabra que puede resumir la postura de Camille Paglia frente al feminismo es la polémica. Lanza comentarios enérgicos que suele acompañarlos de preguntas incómodas. Una parte de la Teoría King Kong de la francesa Virginie Despentes se desprende de las filosas deducciones a las que arriba Paglia.
Lo primero que rechaza Paglia del feminismo es que retrata a la mujer como un ser vulnerable —en constante peligro y sometida a una sociedad patriarcal— y al hombre como alguien extremadamente violento, un agresor en potencia que mantiene oprimida a la mujer tanto en su vida privada como pública.
La ensayista y académica estadunidense aclara que dos cosas le preocupan, en particular, relacionadas con el feminismo: la estética —belleza y arte— y la psicología. “El problema del feminismo con la belleza es un prejuicio provinciano. Tenemos que superarlo.” Por otra parte, la autora ubica a la psicología como una deficiencia en el feminismo, como una incapacidad que ha surgido en los últimos veinte años, “tratando de construir una teoría del sexo sin Freud”.
En su implacable visión de los problemas que enfrentan las mujeres, tiene la razón cuando señala un aspecto que aún no se ha resuelto en la sociedad moderna: los desafíos de las mujeres cuando pretenden armonizar su profesión con el matrimonio y la maternidad. “Desde la perspectiva de los últimos cinco mil años de civilización, este territorio sigue siendo una frontera nueva”, puntualiza.
Paglia reivindica un feminismo liberal y equitativo, no obsesionado con las diferencias de género y poder. Asegura que ella se identifica con el feminismo de antes de la guerra [de Secesión], el de Amelia Earhart y de Katharine Hepburn. Dice que en esos tiempos había mujeres con independencia y que eran responsables de sus actos, “sin culpar a los demás de sus problemas. Me gustaría traer eso de vuelta”.
Habría que detenerse a revisar lo que reprocha Pagila y analizar si su crítica está solo enfocada a las feministas del norte de Estados Unidos o si también podría ser aplicable para las mujeres que enfrentan dificultades tan graves como lo es el riesgo de un feminicidio. He ahí el dilema.
Fuente: milenio.com
