CIUDAD DE MÉXICO.- Sin acto oficial, cortes de listón, discursos ni presencia de funcionarios del nuevo gobierno –“porque ya se acabó eso”– a las diez en punto de esta mañana se abrieron las puertas de entrada de la ahora exresidencia oficial de Los Pinos y durante sus primeras horas como centro cultural fue visitada por más de 25 mil personas.
Largas filas de ciudadanos aguardaban ya el momento y gritando consignas, se fue adueñando poco a poco de las avenidas, jardines y casas que durante sexenios permanecieron para el uso exclusivo de los presidentes y sus colaboradores más cercanos.
Manuel Zárate fue el primer mexicano en acceder al nuevo recinto cultural y se desplazó desde Texas para conocer el nuevo recinto cultural.
Fue el general Lázaro Cárdenas, quien como presidente de la República decidió trasladar a este espacio la residencia oficial, con el propósito de que no lo fuera más el Castillo de Chapultepec y convertirlo en museo:
“Un 95% de la población no conoce el interior del castillo, que es un gran atractivo por su ubicación y sus antecedentes históricos”, dijo Cárdenas, según información de la Secretaría de Cultura (SC) publicada en un folleto.
La Secretaría de Cultura y la alcaldía Miguel Hidalgo informaron que hasta las 14:00 horas habían ingresado más de 25 mil visitantes de los 40 mil que tenían previstos durante la primera jornada de actividades de Los Pinos ya como espacio cultural.
En un acto similar, el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, ofreció durante su campaña no habitar Los Pinos y convertirlo en un enorme centro cultural. Y se anunció en días pasados que desde este primero de diciembre quedaría abierto.
Se abrieron dos accesos. El primero por Parque Lira, en la puerta uno, y el segundo, desde la Calzada Colegio Militar dentro del Bosque de Chapultepec, en la puerta tres.
En la puerta uno se reabrió el paso peatonal a la avenida Molino del Rey, donde un gran letrero recibe a los visitantes: “Bienvenido pueblo de México a Los Pinos”. Unos metros adelante son recibidos por un guía que frente a la Galería del Estado Mayor les cuenta brevemente la historia de la heroica batalla que protagonizó ahí el 8 de septiembre 1847, durante la invasión de Estados Unidos a México, la guardia nacional que –a diferencia del ejército comandado por el general Winfield Scott– era de voluntarios y no tenía formación profesional.
Muestra el antiguo edificio del Molino del Rey, sede del Estado Mayor Presidencial. Según un comunicado de Alejandra Frausto, titular de la SC, del pasado 28 de noviembre este inmueble, que data del siglo XVI, se mantendrá cerrado al público junto con dos edificios de oficinas.
El especialista en legislación cultural, Bolfy Cottom, explicó en agosto pasado en entrevista con el semanario Proceso que, si bien el cambio de uso de suelo del resto de los espacios no requiere de adecuaciones legislativas, este histórico edificio se rige por el Reglamento del Estado Mayor Presidencial que tendría que modificarse si quisiera utilizarse también como espacio cultural.
Se abrieron las casas Miguel Alemán, Miguel de la Madrid y Lázaro Cárdenas, así como el Salón Venustiano Carranza.
Mientras un grupo espera su turno de entrada a la afrancesada Miguel Alemán, hace un conteo del 1 al 43 para rematar con el grito “¡justicia!”, en reclamo por los estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa, Guerrero. Un reclamo inédito hasta hoy en ese lugar, frente al pórtico donde el presidente estadunidense John F. Kennedy con su esposa Jacqueline, se tomó la foto de su visita oficial a México junto al presidente Adolfo López Mateos, su esposa Eva Sámano y su hija Avecita.
La música de un piano, ejecutado por diferentes intérpretes, acompaña el recorrido interno. La admiración es evidente mientras la gente se desplaza por los pulidos pisos de mármol o madera, cuando ve los grandes espacios y los muebles que restan: “¿a poco todo esto iba a ser de López Obrador, mamá?”, “ve el clóset, es más grande que un departamento?”, “¿Esta era la alacena?”, pregunta un pequeño grupo frente a un cuarto contiguo a la cocina, “no –responde el personal de apoyo– era donde se guardaban los trastes, la alacena es el cuarto mayor que está al fondo”.
Muchas puertas aún están cerradas, pero se permite el acceso a los despachos, a algunas recámaras ya vacías, la sala principal donde destaca un cuadro de gran formato de Luis Nishizawa de los volcanes, y el lujoso comedor para 28 personas, con la vidriera completamente vacía.
En el sótano se encuentra la lavandería, un área de máquinas, una sala de cine con amplias y cómodas butacas para 35 personas y hasta un búnker que mandó a hacer Felipe Calderón, en donde se lee en un cartel “así lo recibimos”, para aclarar que no se le ha hecho al momento ninguna modificación. Es un mensaje constante a lo largo de diversos espacios.
El recorrido sigue por el Camino de la Democracia. A sus costados bustos de personajes como Heberto Castillo, Manuel J. Clouthier y Carlos Castillo Peraza, marcan el rumbo hacia la Casa Miguel de la Madrid, donde está el despacho de Enrique Peña Nieto y una gran sala de juntas con los retratos de los expresidentes. Siguiendo por la misma ruta se encuentra el Salón Venustiano Carranza, donde puede verse otra de las pocas obras de arte que aún siguen en el lugar y un muro con las fotografías de los voceros presidenciales de anteriores sexenios.
Se llega finalmente a la Casa Lázaro Cárdenas, donde habitó el general con su familia, más pequeña y menos ostentosa que la Alemán. Una cédula relata que en el salón principal, de menor dimensión que el comedor de 28 plazas de la Casa Alemán y con muebles más modestos, el general concibió y redacto los decretos de su gobierno, entre ellos el de la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938 y el de la Reforma Agraria con la cual entregó 22 millones de hectáreas a los trabajadores del campo.
Antonio Martínez, jefe de Comunicación Social de la SC, dijo a Proceso en breve conversación, que a una hora de la apertura de Los Pinos ya habían contabilizado 4 mil visitantes. Mañana domingo continuarán las actividades culturales.
Aún no se ha definido cuál será el perfil del centro cultural. Por ahora, dijo, se abre una primera etapa para que la gente pueda conocer el lugar, que abarca 60 hectáreas, y los visitantes al Bosque de Chapultepec se integren a la programación cultural. Las instalaciones están por ahora como se recibieron ayer a la media noche, apenas se colocaron señalizaciones y marcas para establecer los recorridos, así como un tríptico informativo.
“Pensamos que esta primera etapa durará unos seis meses y paralelamente se empezará a consultar con la ciudadanía y se establecerá un consejo para pensar qué hacer con este espacio”.
Hasta ahora se han recibido 300 propuestas, a través del sitio en internet “Los Pinos para todos”. Indicó que la más votada es un centro cultural donde estén representadas las 32 entidades federativas del país. También se propone que esté vinculado con la tecnología, el arte y la cultura ambiental.
Lo importante, subrayó, es que no se impondrá ningún proyecto. Se convocará a arquitectos, museógrafos, gente relacionada con la cultura y de la mano de la ciudadanía se elegirá el destino final.
Respecto al presupuesto que se le asignará para el 2019, dijo que cuenta con un monto para mantenimiento tanto de los espacios construidos como los jardines y seguramente quedará intacto. El que podría modificarse será el gasto de las casas y oficinas porque ya no existirán.
Los Pinos podrá visitarse de martes a domingo de las 10:00 a las 17:00 horas.
Fuente proceso.com.mx